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) de la paciencia; y que para el que no se resignase á to do trance no era castigo suficiente el último suplicio; porque ya se habian inventado en tales casos tormentos de nueva y nunca vista crueldad, que ponian en espanto á la misma naturaleza.

No fueron tan repetidas, ni tan grandes las sinrazones que conmovieron á las Provincias de Holanda, quando tomaron las armas para desprenderse de la España; ni las que tuvieron las de Portugal para sacudir el mismo yugo; ni las que pusieron á los Suizos baxo la direccion de Guillermo Tell para oponerse al Emperador de Alemania; ni las de los Estados—Unidos de Norte—América, quando tomaron el partido de resistir los impuestos, que les quiso introducir la Gran—Bretaña; ni las de otros unuchos paises, que sin haberlos separado la naturaleza de su Metrópoli, lo han hecho ellos para sacudir un yugo de fierro, y labrarse su felicidad. Nosotros, sin embrago, separados de España por un mar inmenso, dotados de diferente clima, de distintas necesidades y babitudes, y tratados como rebaños de animales, hemos dado el exemplo singular de haber sido pacientes entre tanta degradacion, permaneciendo obedientes, quando se nos presentaban las mas lisonjeras coyunturas de quebrantar su yugo y arrojarlo á la otra parte del Occeano.

— Hablamos á las Naciones del Mundo, y no podemos ser tan impudentes, que nos propongamos engañarlas en lo mismo que ellas han visto y palpado. La América permaneció tranquila todo el periodo de la guerra de succesion, y esperó á que se decidiese la cuestion por que combatian las casas de Austria y Borbon, para correr la misma suerte de España Fue aquella una ocasion •