130 ISONDÚ
lo cruza cual torbellino, y pasa; o su toldería sobre la grama frondosa asienta esperando el día duerme, tranquila reposa, sigue veloz su camino.
¡Cuántas, cuántas maravillas sublimes y al par sencillas, sembró 'a fecunda mano
de Dios allí! ¡Cuánto arcano . que no es dado al mundo ver! la humilde hierba, el insecto, el silencio, el triste aspecto de la grandiosa llanura;
el pálido anochecer.
Las armonías del viento,
dicen más al pensamiento,
que todo cuanto a porfía
la vana filosofía
pretende altiva enseñar.
¿Qué pincel podrá pintarlas, sin deslucir su belleza?
¿Qué lengua humana alabarlas? Sólo el genio su grandeza
puede sentir y admirar.
Ya el sol su nítida frente reclinaba en occidente, derramando por la esfera de su rubia cabellera
el desmayado fulgor.