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LECTURAS VARIADAS 139


mismas, fuentes inagotables de la Historia, no escapan a su influencia.

¡Y qué contrastes entre ellos!

Por un lado la famosa Martina Chapañay, jefe de una banda de salteadores, sirviéndose de la naturaleza, inocente cómplice, que obligaba a los viajeros a acercarse a las aguadas donde les esperaba para robarles y aun asesinarles; por otro : la finadita « Correa » que muere de cansancio y de sed entre dos aguadas, víctima de un suelo desheredado.

Martina Chapañay es la protagonista principal de los cuentos de fogón; el relato de sus hazañas, quizá algo aumentado por el tiempo, despierta recuerdos aún palpitantes.

De la finadita Correa no se habla, se aspira el suave perfume que parece esparcirse desde su tumba, se piensa en ella, mientras acude a la memoria su lamentable historia :

« Hace próximamente 35 años, una pobre mujer de apellido Correa, cargando su hijito, se dirigía desde los Llanos a San Juan, en busca de su marido, a quien habían apresado; tenía indudablemente toda la voluntad de aquéllos que saben que nada tienen que esperar, sino de sus propias fuerzas; toda la energía de una madre en demanda del pan para su hijo; pero sus fuerzas la abandonaron en el Vallecito. Cayó vencida por la sed, pero sin que la tortura le quitara un último destello de inteligencia.

« No pudiendo caminar más, decidió morir en la cima de un cerrito desde donde su hijito pudiera ser visto. Y así fué, un pasajero dió sepultura al cadáver, y des- pués de plantar una cruz en el cerro, se llevó al niño, que hasta hace algunos años vivía en San Juan, »