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LECTURAS VARIADAS

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63.

El patrono del Huaco.

« ¡Es triste y suave tu fulgor, viajera, de la fúnebre noche solitaria!...

íntima es tu plegaria,

¡oh brisa pasajera,

que vas de rama en rama sollozando

el lastimero adiós de tu partidal... ¡Remedo de la vida,

que entre flores y espinas va cruzando, los recuerdos llorando

de la inocente juventud perdida!»

R. GUTIÉRREZ. (+ El alma errante. »)

Tengo en el alma algo como una vagá tristeza que no sé de dónde viene ni por qué razón : pero cuando pasa uno por estos momentos, siente deseos de remontarse en alas de su memoria a tiempos mejores, que siempre son los que han pasado.

¡Oh niñez, dichosa edad, — diré parodiando al Hidalgo de la Mancha — en ti nada hay que no despierte un acorde, nada que no sea una armonía, un idilio, un poema! De ella quiero hablar; quiero volver a ella, aunque sea para recordar episodios insignificantes, que tienen todo el encanto de esas leyendas del hogar que hacen rever- decer las canas del anciano.

El Huaco fué un fuerte de la indomable tribu que la conquista española encontró poblando las faldas orien- tales de los Andes, en la provincia de La Rioja, la de los bravos cachalquíes, en cuyo indomable valor había toda la fiereza y el heroísmo de los suizos de Guille1mo Tell.

Eran soberbios como sus montañas, inaccesibles como sus rocas sumergidas en las nubes.