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ISONDÚ
Sobre cada laguna se dispersan Y se abaten de súbito después.
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Las cercetas, los ánades azules, Difunden a la vez,
El chasquido de bronce de sus alas,
Barriendo el agua para hallar sostén.
Entre tantc, redobla el aguacero, Y hasta el rayo critel,
Al herir la llanura a latigazos,
¡ Parece que la hiere por su bien!
Llovió mucho, muchísimo, y al cabo Volvió el sol a verter
Su luz sobre las charcas y lagunas,
Que como plata relucir se ven.
Irradiaba el ombú luces metálicas De la copa hasta el pie,
Y volaron al campo los horneros
Batiendo el ala con vivaz placer.
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El anhelo, el afán que los domina,
¡Quién pudiera decir! ¡Quién pintar de sus baños, en los charcos, El veloz aleteo, el frenesí!
¡Y sus cantos vibrantes, repetidos, Que resuenan al fin,