ISONDÚ
De todo el ganado que pace en los cerros Coquena es oculto, celoso pastor.
Si ves a lo lejos moverse las tropas,
es porque invisible las arrea el dios...
y él es quien se roba de noche las llamas cuando con exceso las carga el patrón.
n
En unos s: yales, encima del cerro, cuidando sus cabras andaba el pastor; zumbaba en las ¡ras el gárrulo viento, rajaba las piedras la fuerza del sol.
De allende las cumbres de nieves eternas
venir los nublados miraba el pastor;
después la neblina cubrió todo el valle, subió por las faldas, el cerro tapó.
Huyó por los filos el hato disperso
y a gritos en vano lo llama el pastor; que el frío y el cierzo le cortan la cara, la niebla y la puna le apagan la voz.
Rendido al cansancio, debajo unas peñas, envuelto en su poncho, lloraba el pastor, le toma la noche sentado en cuclillas
y un sueño profundo sus ojos cerró. Ñ Cuando el alba tiñe, — limpiando los cielos, — de rosa las abras, despierta el pastor;
junto de él, en cambio del hato perdido, Coquena, de oro le puso un zurrón.