Página:Crónica de la guerra hispano-americana en Puerto Rico.djvu/108

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
80
A. RIVERO
 

granada de tiro rápido entró rozando la batería baja, y encontrando un fallo en el muro del famoso calabozo conocido con el nombre do calabozo del chino (prisión política durante mucho tiempo), estalló, hiriendo a cuatro artilleros de nueve que allí estaban arrestados; todos, utilizando como palancas los banquillos de hierro del camastro, forzaron la puerta y a la carrera ganaron sus baterías. Uno, que pertenecía, a mi castillo, llamado Juan Fernández, natural de Valencia, atravesó todo el campo del Morro, la ciudad, subío a San Cristóbal, escaló la batería de los Caballeros y, cuadrándose militarmenle, me dijo:

— ¿Qué hago, mi capitan?

Así procedieron aquellos artilleros, y así debo consignarlo, afirmando mi creencia de que el soldado español es capaz de los más grandes heroísmos, siempre que se vea guiado por jefes serenos y conscientes de su honor y de su deber


Batería de San Antonio. — Situada en el campo del Alorro, sobre el cementerio y en la cortina de aquel baluarte, batía con sus fuegos todo el espacio muerte entre ambos castillos. La mandaba el capitán José Antonio Iriarte, portorriqueño de carrera brillante que prendía sobre su uniforme, además de otras, dos cruces pensionadas de María Cristina, otorgadas por actos de valor distinguido en la campaña de Cuba, Este oficial era, como hemos dicho, el gobernador del castillo del Morro, pero como la batería de San Antonío pertenecía a su mando, la eligió, cediendo las del Castillo a su paisano el capitán Acha, segundo jefe del parque de artillería, quien voluntariamente pidiera con anterioridad un puesto de peligro. San Antonio se batió bien y con mucho orden, impidiendo que el enemigo, metiéndose entre ambos castillos, nos