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CRÓNICAS
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kilómetros de jornada, y de allí no pasó porque algunos campesinos le aseguraron que las tropas desembarcadas en Guánica eran en número considerable y con más de 100 cañones; este comandante era poco sobrio y en raras ocasiones podía darse cuenta exacta de las cosas.

La fuerza había tomado el primer rancho y seguidamente se formó la columna en el orden siguiente: extrema vanguardia, compuesta de algunos Guardias civiles montados y guerrilleros, también montados, de la 4.ª volante; seguía el teniente

Guerrilla voluntaria, montada, al mando del teniente D. Rafael Colorado.

coronel Puig con la fuerza de Patria (más adelante se incorporó el capitán Meca con su compañía), detrás los voluntarios de Yauco y Sabana Grande el resto de la guerrilla montada al mando del capitán García y, por último, los jinetes de Colorado, el cual había sido nombrado por el jefe de la columna, ayudante de órdenes.

Siguió toda la fuerza el camino sin incidente alguno hasta llegar a la cercanía del cauce seco del río Susúa, que también se llama río Loco, y como en dicho sitio cruzan dos caminos (uno de ellos por donde podía ser flanqueada la columna por fuerzas enemigas desde Guánica) dispuso el jefe que quedasen allí todos los voluntarios, en observación, y para cubrir el repliegue en caso de una retirada.

Continuó la jornada llegando a una hacienda de caña, llamada «Desideria», propiedad de Antonio Mariani, donde se acantonó la columna. Serían las cinco de la tarde. Esta hacienda, además de la casa de máquinas y viviendas, tenía, hacia el camino de Guánica, una amplia construcción, a modo de patio, rodeada de fuertes mu-

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