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Página:Crónica de la guerra hispano-americana en Puerto Rico.djvu/245

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CRÓNICAS
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ve lanzando a mis paisanos a desiguales luchas, sin armas que fueran su garantía, por lo menos, de carácter moral. Pueden ustedes disponer de los servicios que fueren precisos, y este es el motivo principal de esta comunicación.

Como a las entradas de la ciudad y jurisdicción de Adjuntas a Canas, se hace trabajo activo por el Gobierno español para detener la marcha del ejército libertador, y hay ocultas avanzadas en las montañas vecinas con fuerzas de artillería, acaso esta comunicación llegue con tardanza; pero es la voz de hombres que sienten el gran deber de su patriotismo. Ellos confían en los grandes triunfos de América y creen llegado el momento de realizar el ideal supremo de la Patria en el seno de la libertad. Su atento servidor, Jelice Matos Bernes

El generalísimo Miles, en su interesante libro Serving the Republic ¹, al referirse a la carta anterior, hace el siguiente comentario: «Tal documento pone de relieve los sentimientos del pueblo de Puerto Rico y, al mismo tiempo, ofrece una prueba del espléndido valor y patriotismo que impul- saron a un hombre a escribir esta misiva y enviarla, atravesando las líneas españolas, en la seguridad de que la muerte debía ser esperada, no sólo por el autor de ella, sino también por el mensajero, en caso de que ambos fuesen descubiertos.>> 2 Ya en Ponce, el generalísimo contestó la carta de Félix Matos Bernier en la forma siguiente ³:

(TRADUCCIÓN)

CUARTEL GENERAL DEL EJÉRCITO

Ponce, Puerto Rico, julio 30, 1898.

Señor Félix Matos Bernier. Mi querido señor:

Su carta fecha 26 de julio fué puntualmente recibida, le doy las gracias por sus frases bondadosas y cordiales saludos a nuestro 1 El autor de esta Crónica agradece, al generalísimo Miles, un ejemplar que, con cariñosa dedicatoria, le enviara de su citado libro. 2 El autor trató, íntimamente, antes del año 1898, a Félix Matos Bernier. Periodista éste de batalla y literato de altos vuelos, fué un ardiente partidario de la independencia de Puerto Rico; pero en ningún tiempo enemigo sistemático de España. Siempre se mostró orgulloso de su raza y de su abolengo. Nunca fué anexionista, y si favoreció la invasión americana debióse a que la considerò beneficiosa a sus proyectos sepa- ratistas. Hoy, después de veintitrés años, ignoro el verdadero pensamiento polí ico de este periodista, a quien conocí tras las rejas de una cárcel, en el año 1895, cuando fuí a Ponce a batirme en duelo con Mariano Abril, actualmente senador en Puerto Rico y amigo mío muy estimadísímo.-N. del A. a Véase el autógrafo de este documento en la página 211. 14 2.