en otras partes (escribe el teniente Edwards), fué exclusivo de la gente más baja del pueblo, quienes daban gritos y saltos, corrían y hasta bailaban como locos.»
El 31 de julio salió la Brigada para Ponce, por jornadas ordinarias, camino de Tallaboa. En Yauco quedó de guarnición la compañía L de Massachusetts (formada de hombres de color) y además el doctor H. W. Gross, que se puso al frente del Hospital, donde había 52 enfermos, la mayor parte por haber comido con exceso frutas verdes, y, el resto, a causa de cierta carne preservada en mal estado y que se sirvió como parte de sus raciones a la tropa. A este incidente se dio, más tarde, tanta importancia y fué tan exagerado por la Prensa norteamericana, que el Gobierno se vio precisado a nombrar un board, en Washington, para que investigase todo lo ocurrido, board ante el cual prestó declaración el mismo general Miles, quien bautizó aquellas latas de carne con el nombre de carne embalsamada. El actual comisionado de educación en Puerto Rico, Paul G. Miller, quien fué uno de los voluntarios que tomaron tierra por Guánica, me dijo, hace bastante tiempo, refiriéndose a la famosa carne embalsamada: «Estaba en tan mal estado que, algunas veces, después de extraerla de las latas, aquella carne andaba sola.....»
En Tallaboa el comandante Darling recibió órdenes de regresar a Yauco para encargarse de dicha población, y así lo efectuó. Este comandante, por su conducta correcta, su trato ameno y su proceder siempre justo, dejó recuerdos muy agradables, que aun no se han borrado, entre los habitantes de aquella ciudad.
El día primero de agosto dejó a Tallaboa la columna Garretson y continuó su marcha hasta Ponce, donde llegó el 4. Durante esta jornada el calor fué excesivo y los voluntarios, sobre todo los del 6.° de Massachusetts, aparecían muy cansados, alargándose la columna y perdiendo su cohesión. Debo advertir, para que el lector juzgue con justicia, que cada soldado, durante esta marcha, llevaba sobre sus hombros 40 libras de peso, por lo cual muchos de ellos arrojaron al camino buena parte de su equipo, incluso las mantas, impermeables y tiendas de campaña. Estos voluntarios, mal dirigidos y peor alimentados, dieron señales de indisciplina. A su llegada a Ponce, poco menos de la mitad de dicho regimiento no pudo prestar servicio, unos por estar enfermos y otros por padecer excesiva debilidad. Tan pronto acampó la brigada Garretson, el general Miles ordenó que un board inquiriese acerca de la conducta de ciertos jefes y oficiales que, por causas diversas, eran calificados de ineptos; pero los interesados, sin esperar el resultado de la investigación, renunciaron sus puestos, entre ellos el coronel y varios jefes y oficiales del 6.° de Massachusetts. Mis informes me permiten afirmar que una de las causas principales de aquellos sucesos fué la divergencia de criterios acerca de cómo debían ser tratados los hombres de color que formaban la compañía L del regimiento.