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A. RIVERO
 

Diga a coronel Soto que con las fuerzas a su mando emprenda, al amanecer, la marcha a ese pueblo (Lares), y de ahí, al día siguiente, continúe con dirección a Arecibo directamente. Interesa que la marcha se haga con brevedad y orden, a fin de que el enemigo no corte comunicaciones. Si se encuentra enfermo, ordene al teniente coronel Osés que se haga cargo del mando de todas las fuerzas.

Cuando llegue esta columna a Lares una sus fuerzas a las de aquélla, Remita orden inmediatamente, tan pronto como lea este telegrama.»

El anterior despacho, que aparece puesto en la Fortaleza a las 2.30 de la madrugada, no llegó a mi poder hasta hoy a las ocho de la mañana, debido a que el telegrafista Joaquín Barreiro, del Pepino, se ha negado repetidas veces a recibirlo, por cuya grave falta tengo órdenes de meterlo en prisión [1].

Dios guarde a usía muchos años.

Lares, 12 de agosto de 1898.

Teobaldo Cambil (firmado).»

El documento anterior destruyó todos mis planes. Mi situación no era nada halagüeña; con una pierna rota, y muy inflamada, eran terribles los dolores que sentía; además, escupía sangre. Quise mantenerme a caballo y no pude. Entonces resolví dar cumplimiento a la orden recibida y entregar el mando, para lo cual dicté a un sargento el siguiente oficio:

«Las Marías, 12 de agosto de 1898.

Señor teniente coronel, primer jefe batallón Cazadores de Alfonso XIII:

El comandante de Armas de Lares, en comunicación urgentísima de esta misma fecha, me dice lo que sigue:

(Traslado de lo anterior.)

En su consecuencia, y en vista de lo que por la superioridad se ordena, hago a usted entrega del mando, rogándole me permita seguir en camilla, a la cabeza de la impedimenta, a fin de correr la suerte de la columna y no caer en poder del enemigo.

Dios guarde a usted muchos años.—Soto.»

  1. El telegrafista Barreiro, al saber el día 13 que una pareja de la Guardia civil desde Lares tenía orden de prenderlo, abandonó su oficina, y a caballo cruzó el río Guasio, camino de Las Marías; pero antes de llegar a esta población, y cerca de la loma de La Maravilla, fué detenido por Lugo Viña y sus exploradores, y como aquél era amigo suyo, lo presentó al general Schwan, en cuyo Cuartel general permaneció hasta después del armisticio, y entonces, debido a la protección que le dispensara el general Brooke, y acompañado de éste, entró en San Juan y tuvo la suerte de que se le pagase la suma de 300 pesos, importe de sus sueldos devengados. Barreiro, antes de pasarse al campo enemigo, expidió el siguiente telegrama, que figura en mi archivo:
    «San Sebastián, 13 de agosto (cuatro tarde).

    Telegrafista de San Sebastián a Capitán general.-Urgentísimo.-En estos momentos, cuatro de la tarde, salgo para el extranjero.-Joaquín Barreiro.»

    Este Barreiro, editor y director actualmente de la revista ilustrada El Carnaval, fué, y sigue siendo, un famoso humorista, y jamás, en toda su vida, tomó nada en serio. Según me dijo él mismo más tarde, el telegrafista de la Capitanía general se había empeñado en que él recibiese el famoso telegrama dirigido a Lares, y como había montado un translator en su oficina del Pepino, se negó repetidas veces a recibir aquel despacho, toda vez que había puesto en comunicación directa ambas oficinas.-N. del A.