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A. RIVERO
 

mayor parte de las tropas regulares españolas se retiraron sobre Carolina, disolviéndose la compañía de Voluntarios y su guerrilla, como había ocurrido en casi todas las poblaciones de la isla, quedando solamente una sección de infantería, con un teniente, algunos Guardias civiles y la Policía municipal.

Desde mediados de julio era corriente que buques de guerra, transportes y carboneros, fondeasen frente al faro, al otro lado de los islotes, o que navegasen muy

Faro de Fajardo.

cerca de la costa. No debe perderse de vista que Fajardo fué el punto seleccionado por el Estado Mayor del general Miles, de acuerdo con el almirante Sampson, para efectuar el desembarco de las tropas invasoras.

El día 1.º de agosto del año 1898, a las cuatro y media de la tarde, dos botes armados, pertenecientes al monitor Puritan, anclado frente al faro, atracaron a la playa, y tomando tierra sus tripulantes, al mando del teniente H. G. Dresset, siguieron como media milla hacia el pueblo; y como notaran algún movimiento de fuerza armada reembarcaron, capturando a su paso dos goletas: una de ellas la Encarnación, propiedad de Luis María Cintrón, y la otra perteneciente a Justo Pereira; ambas embarcaciones fueron más tarde entregadas a sus dueños por gestiones que practicara el doctor Santiago Veve.

El día 2 de agosto había frente al faro los buques siguientes: Amphitrite, Puritan, Leyden y el carbonero Hannibal. Por la noche tomó tierra un destacamento de marinos, y entrando de improviso al faro se apoderaron de él, manifestando a los torreros que debían continuar en sus servicios. Aquella misma noche, y ya cerca de la madrugada, Joaquín López Cruz, que estaba de guardia, llamó al faro pidiendo el