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CRÓNICAS
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El hombre siempre es hombre, y, por tanto, susceptible al entusiasmo, al temor y al desaliento. Un batallón corre a una muerte cierta siguiendo al jefe que, empuñando la bandera, se lanza contra las bayonetas enemigas; ese mismo cuerpo huye a la desbandada, en otra acción de guerra, si labios pusilánimes lanzan el grito de «¡sálvese el que pueda!»
En su lugar, estudiaremos el caso de Puerto Rico, procurando aquilatar, con toda ecuanimidad, el tanto de culpa que a cada actor de aquellos sucesos pudiera corresponderle.
Soldado de Cazadores.