Lo primero de todo, -verdadero monumento de sagacidad, labor benedictina y consumada competencia- tuvimos la Traslación Paleográfica de los
primeros Libros del Cabildo de Cuenca, ejecutada por el nunca bien encomiado Señor Doctor Don Manuel Torres Aguilar, que nosotros, en Miscelánea Histórica del Azuay, comenzamos a dar a la estampa; vino después el Sr. Dr. D. Alfonso María Borrero, y nos nutrió con sus bien condensadas Décadas Municipales; y se presentó, en seguida, el Señor Doctor Don Alberto Muñoz
Vernaza, para seducirnos e ilustrarnos con sus Memorias sobre la Revolución
de Quito. Por desgracia, muerto el primero; obstada la labor del segundo
por la falta de buen orden en nuestros archivos; y ocupado el último en servir al país en obra de más inmediata urgencia, la delimitación de nuestra frontera con Colombia, ahí nos quedamos, por lo tocante a la historia colonial y a la de los primeros albores de la que mira a la independencia.
Mas, desde 1915, como tocados por corriente galvánica que nos hiciera re