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Arturo Trailles — 95

un templo vecino, las vibraciones de un canto de pascua.


* * *

Al pie de la reja, sonaba un aire del «Carnaval de Venecia.» La música salía del organito, débil en sus giros. Arturo percibió en el aire con adorables reminiscencias, un perfume de antiguas rosas.

El bohemio, de mirada estúpida y movimientos automáticos de hombre que envejece en lo mismo, salió de su apatía, pegando á la mona con un látigo. El animal hizo un gesto, y su pelleja se estremeció hasta los negros círculos de sus ojitos chispeantes, y el asqueroso color rosa de los pliegues de sus orejas. Vestido de rojo, tocado por una gorra azul desteñida, que constelaban cuentas sin brillo, se puso á danzar, barriendo con grasienta escoba, y había dolor en su mueca que provocaba regocijo.

Los muchachos acudían y en círculo le formaban escenario.

Cada salto, cada gesto, cada escorzo del cuerpo, arrancaba el aplauso de la infantil mosquetería.

Arturo cambió la escena, y vió á otra mona danzando frente al jardín sobre el mosaico de un patio. Él reía con otros niños, bajo los ojos de la abuela olvidada, con las risas de sus