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cosas han muerto en el alma pecadora, aunque brille todavía su fé como la cera!

El sol se filtra por los vidrios á través de sus figuras pintadas. El órgano gime en el coro y llena la nave un canto melancólico. El oficio acaba, y embebido en las memorias, no puedo orar. El santo sacrificio empieza. Van á cantar el oráculo de David, las predicciones de la Sibila. Veo á un clérigo cuyo nombre no recuerdo, y quisiera recordar, ponerse los lentes, buscar nervioso en un libro, hacer una señal al del armoniun... ¿Habrá perdido su voz de trueno? Tiemblan los cristales, y dos chicos asombrados buscan con los ojos al cantor. ¡Todo cómo antes! Todo sí, menos nosotros... Paz, Señor, á los muertos que te confesaron.