Página:Cuentos clásicos del norte (Segunda serie).djvu/78

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
67
La Leyenda del Valle Encantado

preciso mirar por ellos, mientras que las muchachas pueden cuidarse por sí mismas. Así, mientras la atareada señora bullía por la casa o daba vueltas a la rueca en un extremo del corredor, el honrado Balt sentábase a fumar su pipa al otro extremo, contemplando las proezas de un pequeño guerrero de madera que, armado de una espada en cada mano, desafiaba al viento valientemente desde el pináculo del granero. Entretanto Íchabod defendía su causa con la hija bajo el gran olmo al lado de la fuente o vagando por la granja hacia el crepúsculo, hora la más propicia para la elocuencia amatoria.


No me precio de saber cómo se vence y es vencido el corazón de la mujer. Para mí ellas han sido siempre un enigma y un motivo de admiración. Algunas parecen tener solamente un punto vulnerable o puerta de acceso, mientras otras tienen millares de avenidas y pueden capturarse de mil modos diferentes. Es un gran triunfo de la estrategia conquistar a las primeras, pero demanda aun mayores conocimientos en esta ciencia conservar la posesión de las segundas, porque entonces el hombre tiene que librar batalla en todas las puertas y ventanas para defender su fortaleza. Aquel que vence un corazón de mil entradas tiene ciertamente derecho a algún renombre; pero el que conserva dominio indisputable en el corazón de una coqueta es un héroe, en verdad. Mas no era este el caso con el temible Brom Bones, pues desde el momento en que Íchabod Crane inició sus avances, declinaron evidentemente los intereses del