Página:Cuentos cortos por Segundo Huarpe (1922).pdf/34

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
30
Segundo Huarpe

jer comenzó a cobrarle cariño, que él fomentó con sus gracias y cabriolas.

—Ya he comenzado a llamarle "Jazmín", me dijo un día que el animalito le hacía fiestas.—No, la dije, qué esperanza! Poner nombre de flor a un perro que no es un faldero; a este perro hay que ponerle un nombre varonil...

—Sultán!, entonces...

—No me es cómodo tener un sultán en casa... Mira, le pondremos "Remigio".

—Jesús!... un nombre de persona... y quién sabe si no tenemos algún amigo de ese nombre...

—No te alarmes; te contaré. Yo tuve un tío muy amigo de los perros, era como una égida de ellos, y un día, cuando era yo pequeño, me dijo: "Si alguna vez tienes un perro, ponle mi nombre, ponle Remigio. Los perros son más nobles que nosotros; no se hacen ellos las perrerías que nos hacemos los hombres..." Ahí tienes. Por otra parte, no se pone a la gente nombres de animales? Por qué no poner a los animales nombres de gentes?...

A los cuatro meses "Remigio" hacía en casa lo que le venía en gana: se trepaba al piano, aventaba la ceniza de la chimenea, tenía en contínuo sobresalto al canario, hacía revoluciones en el gallinero, y todo lo soportaba mi mujer con esa acritud cariñosa con que se regaña al hijo mimado.

No faltó al pequeño galgo una limpieza minuciosa tres veces por semana, contra lo que protestó siempre a grito herido, y digo a grito herido, porque "Remigio", no obstante sus cuatro meses, no ladraba como los demás perros, sino que daba extraños chillidos.