La reina, admirada de un nombre tan extravagante, preguntó que quién era esa Pellejo de asno. Y uno de la servidumbre del príncipe, que por casualidad la habia visto, dijo:
—Señora, despues del lobo es el animal más ruin que la tierra sustenta: es una mujer negra como un demonio, una porquera asquerosa y grasienta que vive en la granja, y que guarda vuestros pavos.
—No importa, dijo la reina: eso es que mi hijo, al volver de cazar, probó sus tortas. Antojos de enfermo. En resúmen quiero que Pellejo de asno, ya que la tal Pellejo de asno no es una quimera, haga sin tardanza una torta.
Envióse al momento á la granja mandando que Pellejo de asno se presentase, y sin perder tiempo hiciese una torta para el príncipe.
Algunos autores aseguran, que al acechar el príncipe por el ojo de la cerradura, Pellejo de asno lo habia advertido; que asomándose luego á la ventana para ver al desconocido galan, le habia parecido muy jóven, muy hermoso y de muy gallarda presencia, y que este agradable recuerdo arrancaba frecuentemente de su pecho tiernos suspiros.
Sea lo que fuere, bien que Pellejo de asno efectivamente le hubiese visto, bien que hubiese oido hablar de él con grande elogio, lo cierto es que contentísima de que se le ofreciese un medio de darse á conocer, se encerró en su chiribitil, se lavó la cara y las manos, peinó y adornó sus rubios cabellos, se puso un corpiño de luciente plata, un guardapiés de plata, y cogiendo luego