la reina estaban fuera; dirigió una mirada á hurtadillas, y vió cinco á seis pajarillos acostados en el nido.
—Si es este el palacio, esclamó, es un palacio bien triste; y en cuanto á vosotros, vosotros no sois hijos de un rey, aino unas criaturas bien pequeñas é innobles.
Los reyezuelos se incomodaron mucho al oir esto Comenzaron á gritar:
—No, no, no, nosotros no somos lo que nos dices; nuestros padres son nobles; pagarás cara esta injuria.
El lobo el oso tomaron miedo al oir esta amenaza y se refugiaron en sus agujeros.
Pero los reyezuelos continuaron gritando y haciendo ruido, y dijeron á sus padres en cuanto vinieron á traerles de comer:
—El oso ha venido á insultarnos, no nos menearemos de aquí, y no comeremos nada hasta que hayais dejado bien puesta nuestra reputacion.
—No tengais cuidado, les dijo el rey, volveré por vues tra honra.
Y marchó volando con la reina hasta el agujero del oso, donde le gritó: