no te importa. Nunca te mezcles en los negocios de los hombres. Anda, vistete y ven conmigo.
¿Qué habia de hacer la mujer del erizo? tenia que obedecer, con ganas ó sin ellas.
L
Cuando salian juntos, dijo el erizo á su mujer:
—Pon cuidado en lo que voy á decirte. Vamos á correr por esa tierra grande que ves ahí. La liebre correrá por un surco y nosotros por el otro, partiremos de allá abajo. Tú no tienes mas que estar escondida dentro del surco, y cuando llegue la liebre cerca de tí, te levantas gritando: aquí estoy.
Apenas había dicho esto, llegaron al punto designado.
El erizo indicó á su mujer el puesto que debia ocupar, y subió campo arriba. Cuando hubo llegado al otro estremo encontró á la liebre que le dijo:
Vamos á correr.
—Sin duda, repuso el erizo.
—Pues, comenzemos.
Y cada uno se colocó en su surco.
La liebre dijo:
—Una, dos, tres.
Y partió como un torbellino, saltando varas 'enteras. El erizo dió dos o tres pasos detrás de ella, despues se agazapó en el surco y se estuvo quedo.
416 En cuanto llegó la liebre, á grandes zancadas: al otro lado de la tierra, le gritó la mujer del erizo:
—Aquí estoy.
La liebre se admiró y maravilló mucho; creia oir al mismo erizo, pues la mujer era exactamente igual á su marido.
La liebre pensó para sí:
—El diablo anda en esto.