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Cuentos Ingenuos — 35

jarro de agua el domingo al anochecer puede husted hablarme en mi bentana."

Bueno, salvo la letra, que era de segunda, y la postdata, que era original, la epístola no estaba mal copiada.

Era precisamente el modelo que continuaba a la mía en el Epistolario del amor para uso de damas y galanes.

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Desde entonces, Juan y yo rondábamos juntos a las primitas. Fueron nuestras novias muchos meses. Siempre que anochecido las encontrábamos reunidas en la reja, nos deteníamos. Cuando en la reja estaba una y pasábamos los dos, también; y hasta se dió el caso de que uno solo se parase en la ventana con ambas.

Lo que no llegó a ocurrir jamás fué que uno solo se atreviera a acercarse cuando su novia estaba sola.

Una vez me sucedió a mí, por excepción y por pura sorpresa, y pasé las de San Quintín.

¿Qué demonios iba yo a decirla?