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Página:Cuentos valencianos (1910).djvu/196

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V. BLASCO IBÁÑEZ

[v.^BLASCO IBÁÑEZ

después de un instintivo impulso de correr hacia el salón con los puños cerrados, huyó, dejando el capazo en la cocina como tarjeta de visita, y ya en la calle arreó su jaco, con los serones vacíos, camino de la barraca.

Por tercera vez le robaban su Marieta: ya era bastante.

Ahora sólo tendría cariño para su madre; para aquellos terruños que apenas arañados correspondían á su caricia, cubriéndose con manto verde terciopelo y regalándole el pan.

No volvió más á falencia: odiaba á la ciudad porque ella estaba allí.

Y como los fematers no pagan contribución directa, nadie se enteró de que en el ' gremio había una baja.