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V. BLASCO IBÁÑEZ
V. BLASCO IBÁ&EZ
desde las murallas, siendo con estolas postreras víctimas del dragón.
Todos querían ver de cerca al monstruo y abrazar al matador.
¡Se salvó Valencia! Desde aquel día comenzó á vivir tranquila.
De tan memorable jornada no ha quedado el nombre del héroe, ni siquiera su maravillosa armadura de espejos. Sin duda se la rompieron en plena ovación, al llevarle triunfante de abrazo en abrazo.
Pero queda el dragón, con su vientre atiborrado de paja, por donde pasaron muchos de nuestros abuelos.
Y quien dude de la veracidad del suceso, no tiene más que asomarse al atrio del Colegio del Patriarca, que allí está la malvada bestia como irrecusable testigo.
FIN