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Página:Cuentos valencianos (1910).djvu/86

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V. BLASCO IBÁÑEZ

riosamente en el seno de los estercoleros submarinos, salían escapadas huyendo del brutal azote.

Despnés de los algares las colinas sumergidas, aquellos peñascales en cuyas cuevas jugueteaban los peces recién nacidos, transparentes y diáfanos como sombras.

¡Qué espantosa revolución llevaba el reig á estos tranquilos lugares!

Le conocían bien por sus brutales majaderías, por sus caprichos de matón que alarmaban á todo el golfo, y las plantas submarinas que tapizaban los peñascos agitaban sus puntiagudas y verdes cabelleras, como si quisieran gritar con angustia:

— (Atención, que llega ese loco!

Las almejas, gente tranquila que huye del ruido, al ver aproximarse el torbellino de espuma y furiosos coletazos, replegábanse medrosicas, cerrando herméticamente las dos hojas de su negra vivienda; los erizos apelotonábanse, formaban el cuadro, presentando por todos lados sus haces de agudas bayonetas; los calamares sentían tal miedo, que se envolvían en su diarrea de tinta; los gatos de mar sacaban por entre las piedras sus chatas cabezas y vientres atigrados con trémula inquietud; las lapas agarrábanse á la roca con más fuerza que nunca; los langostinos ocultaban su trans-