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LA RAZÓN.
Esta no es aquella razon monstruosa que una hipocresía impía y delirante se atrevió á divinizar, sino aquella razon pura, amable, sensible, hija de la verdad y hermana de la Filosofía. La primera salió del Erebo, y la segunda bajó del cielo. La débil humanidad, triste juguete de sus pasiones, no sigue siempre la guia celestial, antes bien esta luz parece que algunas veces se obscurece y aun se apaga para su vista.