Página:Curso de Mitología.djvu/227

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todos los jóvenes troyanos, y á porfía se hurlaban del prisionero; pero esto hombre astuto, cuando se vió en medio de tanta gente, miró á todos los que le rodeaban y exclamó: ¡Cúan desgraciado soy! En que mares ó en que países podré hallar un asilo, y que recurso me queda ya! Yo no puedo vivir entre los troyanos: quieren quitarme la vida. Estas palabras hicieron impresion en los ánimos, los calmaron, y se le exhortó á que dijese quien era, y lo que había hecho. Animado con esto, habló asi á Príamo: Gran rey, suceda lo que sucediere, no os ocultaré la verdad, y desde luego os confieso que soy griego: la fortuna cruel ha podido hacer á Sinon desgraciado, pero no tiene poder para hacerle embustero ó mentiroso. Quizá habreis oido hablar de Palamedes,