la cruel Palas, y á los pies de ella, poniéndose al abrigo de su escudo. Entonces los troyanos clamaron que el castigo de Laocoonte era justo por haberse atrevido á lanzar el hierro contra la divinidad, y que era preciso hacer entrar inmediatamente el caballo en la ciudad. Para ello se hizo una brecha muy ancha en la muralla, se emplearon máquinas, y no se perdonó trabajo alguno, sin percibir que estaba lleno de gente armada, sin embargo de haberse oido el ruido que hacían las armas en el interior.
Durante la noche los griegos levaron anclas de la isla de Tenedos, y vinieron á la playa, é inmediatamente el pérfido Sinon abrió los flancos del caballo para que saliesen los que estaban dentro, los cuales por el pronto mataron la guardia, abrieron las