el barrio clásico de los gimoteos.
Cuando se escribe "La Ronda" todos se imaginan una capa española y hasta se ha llegado a pensar en serenatas con guitarras y en palabras hediondas de borrachos. El ojo del puente mira la calle estrecha. Hay un definido sentimiento de lo anacrónico ante la amenaza de un hombre moderno, que pasará haciéndose de lado para que la intimidad de las casas no manche su vestido o lo deje emparedado entre pinturas de esclavos. Ahora el barrio se muere; se viene encima "El Relleno" que modernizará la ciudad, porque algunos se han cansado de las calles antiguas. Y reaccionando contra "El Relleno" se han alineado los gemebundos y los neo-gemebundos. Todos están un poco ridículos.
Los gemebundos son los legítimamente heridos. Viejos, fieles a lo viejo. Echan una lágrima gorda, y, como niños, se refriegan los ojos con el puño, protestando desconcertadamente contra las manos criminales y profanas que nos roban lo característico de la ciudad. Están sinceramente