El Teniente, con las manos en los bolsillos, procuraba hacer algo por las calles, como calcular el precio de las casas y contar los sombreros hongos que se ponían a la vista.
Y una idea súbita, ya que somos seres de repetición.
"Un militar no debe llevar las manos en los bolsillos", acompañada de la reacción contra el decaimiento inconsciente de la voluntad: la curvatura de la espalda, la combadura del pecho.
En la noche, una escondida fuerza le ha arrastrado por las calles oscuras.
Se perfila la visión de
y los hombres de ojos brillantes
Pocos, reconcentrados, siniestros, con la mirada fija en las casas borrachas.
La borrachera de las casas es algo hondo, que no sale pero que se adivina. La constituyen las exaltaciones de adentro. Es evidente que todas ellas deben hacer una gran borrachera, revelada por