FIALHO D'ALMETJTDA
ra que fuese a comprar cena, un pedazo de pan, acei- tunas, queso y manteca para hacer papilla al peque- ñuelo, El chicuelo salió, llevando tres tostones en la punta de un pañuelo. Y antes de ir al panadero, como era aún temprano, alargó el paseo por la ciudad.
Corriendo subió a los Paulistas, entró en el Calha- riz (1) y fué andando, andando hasta la Plaza de Ca- moes. A más de la gente ociosa que paseaba en gru- pos, abandenando la oficina, discutiendo en las =squi- nas, entrando en las tiendas de bebidas o embobada, siguiendo el rast-o de las máscaras y de las musiqui- llas burlescas, las calles jadeaban en el vivir de los días de semana.
Est.van abiertas las tiendas, había gas en los es- caparates, faroles sobre las muestras de los almace- nes, barberos, médicos, clínicas de urgencia y foto- grafías... Rodaban los pregones llenando la noche ae voces irregulares, noticias de última hora, bille- tés de lotería, rica agua del Carmen...
Y en hileras, salpicando de barro a los transeun-
- (1) La Iglesia de los Paulistas es uno de los pocos templos que en esa parte de la villa se salvaron del terremoto de 1755; se edificó para convento de los religiosos de San Pablo da Serra de Ossa y fué construído en 1646 por Fray Diego da Ponte; era de los conventos más importantes y ricos de Lisboa. Hoy está destinado a oficinas públicas y custodiado por soldados de la República, Es un edificio enorme, de severidad imponente con pasillos abovedados y escaleras de piedra. El Ca/hariz lámase al palacio solemne, de fachada anaranjada, donde hoy tiene su asiento la Liga Naval, Sociedad náutica fundada por el oficial Pereira de Mattos en 1492. Todo aquel trozo de la Rua de Lore- to se llama por ampliación Calharis.—No del 7.
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