anciano de la familia paterna, inició un discurso solemne a nombre de todos:
—"Hijo mío muy amado y muy tierno, recibe aquí la enseñanza que nos dejaron, nuestro señor, nuestra señora, tu padre y tu madre. Sabe y entiende, que esta no es tu verdadera casa, aquí donde haz nacido, porque eres guerrero del espíritu, águila dorada, siervo de nuestro señor que está en todas partes.
Este lugar al que has llegado, no es tu casa definitiva, es solo un nido temporal. Porque aquí haz venido a brotar a florecer, a aprender a volar.
Tu propia tierra, es otra; en otra parte estás prometido. Esta tierra es tan solo el campo de batalla donde debes aprender a vencerte a ti mismo. Tu verdadera tierra está en el Sol".
Después la más anciana de la familia de la madre, inició su discurso de esta manera:
—"Hija mía, muy amada. Mujer valiente y esforzada, Te has comportado como el águila y como el jaguar en el campo de batalla. Haz luchado, haz sufrido, haz vencido, nos diste a un hermoso niño, amada y querida hija mía. Nuestro padre, nuestra madre; están satisfechos de ti.
Después de los discursos, todas las personas reunidas en la casa, se acercaron a saludar al más pequeño del pueblo y a felicitar a los orgullosos padres. Inmediatamente llegaron los hombres sabios de los libros, los poseedores de "la tinta negra y roja". Primero preguntaron la hora exacta del nacimiento; consultaron los libros y discutieron entre ellos, los parientes mientras tanto guardaban un respetuoso silencio y los padres expectantes esperaban el dictamen de los hombres sabios.
Entonces tomó la palabra el más anciano y dijo: