Página:Daany Beédxe.djvu/137

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tercer rostro, diferente de los dos que lo integran, pero con la característica de que nuevamente tenía un aspecto humano. El hombre tenía puesta una capa de algodón, con bordados de caracoles y en sus bordes estaba decorada con una greca a manera de una serpiente en movimiento.

Todo el tiempo que se llevó en hacer esta observación detenida del hombre, tal vez fue de breves segundos; él ya sabía que cuando la mente pierde el control de los hechos, el tiempo deja de existir y bien podía vivir una eternidad en un segundo.

—En aquella ocasión, ya hace muchos años —continuó hablando el hombre, veníamos un grupo de Guerreros de "La Ciudad donde los hombres descubren su divinidad”, centro palpitante de nuestro conocimiento.

Una de nuestras normas, es que nunca molestamos a los hombres que viven en los Valles, ni para bien ni para mal; nuestros destinos están separados. Sin embargo aquella ocasión una fuerza sorprendente nos hizo llegar a tu pueblo. En verdad no sabíamos por qué estábamos ahí y menos las autoridades y la gente, que estaban verdaderamente conmocionadas, por el hecho de nuestra inusual visita. Cuando estábamos en la Casa de Gobierno, entre las piernas de la gente, que se arremolinaba curiosa, apareciste tú. Al verte percibí tu energía y supe de inmediato por que La Fuerza nos había conducido a El Valle de Etla. Fue ahí donde a pesar de tu edad, le hablé a tu Gemelo Precioso y aunque el niño no entendió, "la palabra" ya estaba sembrada en tu alma, sólo faltaba que germinara a base de esfuerzo, sacrificio y fuerza de voluntad.

Águila Nocturna se esforzaba por recordar el rostro del hombre que le hablaba, el tono de su voz le era totalmente familiar; es más, podría jurar, que era su propia voz mental; aquella que siempre le exigía, aquella que siempre lo cuestionaba, aquella que siempre lo impulsaba a ser lo mejor de sí mismo, a lograr ser un ser humano y a florecer su corazón.

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