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Página:Daany Beédxe.djvu/226

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De esta manera, las ruedas calendáricas seguían su inexorable marcha y Águila Nocturna aprendió rápidamente el arte de pescar, tejer redes y navegar en pequeñas embarcaciones costeras. Era sorprendente su gran capacidad para aprender, parecía que ya lo sabía y solo recordaba.

Serpiente Marina y Águila Nocturna hicieron una gran amistad, compartían el trabajo y la diversión por igual. Serpiente Marina sentía una gran admiración y respeto por su amigo, quien era un poco mayor que él. Por su parte Águila Nocturna había encontrado en Serpiente Marina, más que a un amigo, una familia y un cimiento en donde poder asentarse, pues la incapacidad para recordar su vida anterior era total.

Y a pesar de que todo se desarrollaba armónicamente, en esas noches calurosas, cuando todo el pueblo dormía, Águila Nocturna se mantenía despierto en su hamaca, luchando contra esa pared de niebla que le impedía ver su pasado. Como una obsesión lo acechaba, impidiéndole gozar a plenitud todo cuanto estaba viviendo en ese maravilloso lugar y con esa gente, amable y sencilla, que lo había recibido fraternal y solidariamente, sumándolo sin distinción, como uno más, a la vida cotidiana del pueblo.

Cierta noche, cuando la angustia parecía que haría estallar el pecho de Águila Nocturna y que la pared de niebla lo asfixiaba, Águila Nocturna empezó a repetir un verso, que salía misteriosamente de lo más profundo de sus entrañas. Como una avenida de sentimientos, habría un boquete a la niebla que lo presionaba. Una a una, fueron saliendo las palabras y como un bálsamo, aliviaban a su corazón adolorido.

"En vano he nacido,
en vano he venido a salir
de la casa del dios de la tierra,
¡Yo soy menesteroso!
Ojalá en verdad no hubiera salido,
que de verdad no hubiera venido a la tierra.

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