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Página:Daany Beédxe.djvu/293

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y el fuego de la cocina, son los cómplices de todas las historias que relatan la forma de vivir, pensar y sentir, de aquellos que viven haciendo temblar a la tierra. Porque el campesino es un amoroso artista que a través de su trabajo hace que la tierra tiemble.

El guerrero muy respetuoso escuchaba la plática a intervalos silenciosos de los hombres, pocas veces interrumpido por alguna mujer y en la total expectación de los menores. Sin pensarlo de pronto escucho la voz del anciano de cabellos blancos, que le dijo adentro de su cabeza:

—Escuchar a la gente del campo conversar, es escuchar la misma voz de la tierra. Los campesinos son la voz más tangible de la tierra. Nuestra Madre Querida guarda en ellos todos sus secretos, sus intimidades, su sabiduría, sus necesidades. Nuestra Madre Querida hace a sus hijos a su semejanza, ya sea fértil o estéril, húmeda o reseca, suave y prieta o dura, pálida y pedregosa. Sus hijos, de la misma manera resultan ser cálidos, tersos, cultivables donde todo germina y fructifica, o son rejegos, ásperos, duros, hechos de tepetate, impenetrables. Escuchar a los campesinos platicar es poner un oído en la tierra.

Águila Nocturna sintió entonces la presencia del anciano en aquella cocina y entendió que lo acompañaría hasta el final de la travesía. Los campesinos tendieron sus petates y se dispusieron a descansar después de cenar.

A la mañana siguiente Águila Nocturna emprendió la marcha. Después de despedirse de la familia, la mujer más grande le entregó una red, con alimentos y un guaje de agua para el camino.

Cinco días se llevó el Guerrero en cruzar los valles hasta llegar al Valle de Etla, que estaba en la parte Oriente, muy cerca de los pies de la otra serranía.

En la medida en que se acercaba a su hogar, la tierra estaba laboriosamente trabajada. Era claro que estaba llegando a una ciudad,

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