Página:Daany Beédxe.djvu/51

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Siempre atento y humilde, con una expresión que exudaba afecto y armonía, Águila Nocturna era siempre muy bien recibido. Lo mismo pasaba con los maestros e instructores, parecía que como intuyó Espejo Humeante, nunca había llegado a La Casa de los Jóvenes, un alumno como Águila Nocturna.

Los sacerdotes por su parte, también habían detectado las extrañas y bellas facultades del muchacho. El ilustre y sumo sacerdote del pueblo, ya contaba entre sus filas al joven cachorro y había dado recomendaciones a los sacerdotes de La Casa de los Jóvenes, que estuvieran muy atentos a él. Sin embargo águila Nocturna era muy reservado y solitario, cada que podía pasaba las horas en el templo meditando o sobre los códices, que le facilitaban sus maestros; sus grandes amistades seguían siendo, Venado de la Aurora y Espejo Humeante.

Las visitas a la casa paterna cada vez eran menos frecuentes, el amor y respeto hacia sus padres era inalterable; lo que sucedía, era que Águila Nocturna cada día se sentía insatisfecho con las enseñanzas recibidas. El sentía en el fondo de su corazón, una voz muy profunda, que lo llamaba al encuentro.

Esta inquietud, que iba en aumento y, que empezaba a desbordarlo se la comunicó con especial cuidado a su maestro. Espejo humeante guardó silencio por un largo tiempo, después de haberlo escuchado y le dijo:

—Querido y admirado alumno; es cierto que nadie como tú había llegado a esta institución. Es cierto también, que jamás tuve un discípulo tan aventajado como tú; pero también es cierto, que todo en el mundo y en la vida, lleva un tiempo y un ritmo. Cada uno de nosotros tiene un destino, cada uno de nosotros vino a cumplir con la tarea encomendada por el Señor que está en todas partes. El sol, que es el astro supremo y el todopoderoso, nos enseña todos los días, como debe uno cumplir con su deber. No adelanta ni atrasa su carrera, siempre sale por el Oriente y se retira por el Poniente. A

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