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Página:Daany Beédxe.djvu/58

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donde se discuten y analizan los problemas de la comunidad para tomar las decisiones adecuadas.

Los Viejos Abuelos, hace mucho tiempo dejaron dicho que todo pueblo o ciudad debía estar organizado, porque es la manera de multiplicar la fuerza del hombre y así asegurar la sobre vivencia. De este modo, toda comunidad debía contar con una Casa de Gobierno, un templo con sus edificios, un almacén de abastecimientos, una plaza de actos públicos y ceremoniales, una Casa de la Justicia, una Casa para los Jóvenes, otra para el canto y el baile, y una escuela de estudios superiores, llamada La Casa de la Medida. A todas ellas, se le debe dotar de tierras cultivables para su mantenimiento, a través del "trabajo de en medio" aportado por la comunidad.

En torno al centro cívico, debían existir cuatro barrios “Casas Grandes", y en cada uno de estos barrios, a su vez debía contar con cinco "Casas Chicas" y cada una a su vez de estas casas chicas, se dedicaría a producir, además del trabajo del campo, un bien necesario para la vida de la comunidad, por lo que generalmente cada barrio o casa chica va formando unidades productivas y especializadas de tipo gremial.

Muchos otros han vivido en estas tierras antes que nosotros y después de los Viejos y Sabios Abuelos. Ellos nos han dejado su sabiduría, su experiencia de cómo florecer el corazón, en esta tierra que no es nuestra, en donde estamos por breve tiempo.

Muchos otros han vivido en estas tierras antes que nosotros y después de los Viejos y Sabios Abuelos. Ellos nos han dejado su sabiduría, su experiencia de cómo florecer el corazón, en esta tierra que no es nuestra, en donde estamos por breve tiempo.

Los jaguares y las águilas tienen el instinto, que nuestro Señor el del Cerca y el Junto, les dio para poder sobrevivir aquí en la tierra. El instinto no es sabiduría, es información que pasa de una generación a otra, para perpetuar la especie. Si el jaguar o el águila pierden el instinto, su tiempo en la tierra se acaba pronto. Ya no sabrán cazar, ya no sabrán esconderse, no podrán sobrevivir. De igual manera -dijo Espejo Humeante- nuestro Señor, “El que no se ve ni se siente”, nos dio a nosotros, sus hijos, "la tradición, la costumbre" para poder transmitir el conocimiento, la experiencia de vida, de los Viejos Abuelos a los hijos de sus hijos. De esta manera la cimiente del hombre se

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