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Página:Daany Beédxe.djvu/65

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baúl hecho de madera y piel de venado los padrinos del novio; para finalmente bailar todos los invitados con sus respectivos regalos, que ayudaban a iniciar la vida de la nueva familia.

A los recién casados, el Supremo Consejo les había dotado de un solar en propiedad, para que con la ayuda de familiares y amigos se construyera su casa. Como ciudadano, Venado de la Aurora recibió en préstamo permanente, el terreno de cultivo suficiente para hacer su milpa y tener el sustento de la familia. La costumbre era que sólo dejándolo de trabajar dos años seguidos sin justificación, podría perder su posesión. La fiesta duró otro día más, y era cuando los familiares más íntimos de los novios, convivían para empezar a unir a las dos familias, limpiando la vajilla y la casa.

A petición del supremo consejo y por recomendación unánime de los maestros, sacerdotes e instructores de La Casa de los Jóvenes, los padres de Águila Nocturna, pidieron la aceptación de su hijo en la institución de enseñanza superior llamada La Casa de la Medida. Ese año se había recomendado la entrada a cuatro jóvenes del pueblo, esto representaba un gran honor para la familia y para el barrio. Para Águila Nocturna significaba el desafío que estaba esperando.

La institución llamada La Casa de la Medida, era un recinto donde asistían los jóvenes que se habían destacado a lo largo de su estancia en La Casa de los Jóvenes. Ahí un grupo selecto de sacerdotes y maestros los instruían en los conocimientos más profundos sobre la sabiduría que les habían legado los Viejos Abuelos. En esa institución se preparaban a los candidatos para ocupar las responsabilidades más altas en la comunidad. De ahí salían los gobernantes, administradores y sacerdotes. En una ceremonia solemne y emotiva, en la que estaban presentes además de la familia de Águila Nocturna, todos los ciudadanos que tenían un cargo en el barrio del joven aspirante. En un momento de la ceremonia, Garra de Jaguar se dirigió así a su amado cachorro:

"Hijo mío, amada piedra preciosa, pluma de quetzal, aquí estás presente, donde te ha traído nuestro amado padre, nuestro Señor

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