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Que en verdad solo existía una sola Divinidad Suprema, que nadie lo creó, ya que “él se inventó así mismo”. Esta divinidad está en todas partes; es invisible e impalpable. Los Viejos Abuelos le decían "El Dueño del Cerca y del Junto", ya que siendo el dueño del espacio y la distancia, estando junto a todo, todo está también junto a él.

La primera representación humanizada de esta divinidad, era La Divina Dualidad, de donde se desprende: de los dos, El Señor y de los dos, La Señora. Entendiendo que toda unidad está constituida de un par complementario, masculino y femenino.

El conocimiento más importante que los sabios y Viejos Abuelos dejaron en la religión, es que todo en el mundo estaba constituido por dos clases de energía. Una es la energía luminosa, que nos llega en principio del Sol. Esta energía arriba a la tierra en su estado más puro, como luz; pero que a través de condensaciones sucesivas va formando todo cuanto en la tierra vemos y tocamos: animales, vegetales y minerales. La magia de esta transformación divina se da a través del agua y por medio de la fotosíntesis.

La segunda energía, opuesta y complementaria a la primera; es la energía Espiritual, que es la que le imprime vida, la conciencia de ser, a la primera energía luminosa. Así, la energía espiritual hará la diferencia entre una piedra y un conejo; porque en principio los dos están constituidos de la misma energía ¡La luminosa! La diferencia radica en la energía espiritual que está depositada en la energía luminosa del conejo y que no está en la energía que conforma a la piedra.

Este conocimiento los Viejos Abuelos lo representan en la religión, por medio de dos divinidades; que son la estructura básica más importante, para entender el conocimiento antiguo. De esta manera, la energía luminosa está representada por medio del agua, a la que divinizaron metafórica como "La Divinidad del Agua", porque el agua es más que la representación de la vida... ¡es la vida misma! Al adorar a la Divinidad del Agua, el pueblo está ponderando la importancia del fenómeno de la vida en sí mismo. Pero la otra energía,

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