Página:Darío - Eleven Poems.djvu/26

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tener la inspiración honda, profunda,
inmensa: luz, calor, aroma, vida."
Ella me dijo: ¡Ven! con el acento
con que hablaría un arpa. En él había
un divino idioma de esperanza.
¡Oh sed del ideal!
Sobre la cima
de un monte, a media noche,
me mostró las estrellas encendidas.
Era un jardín de oro
con pétalos de llamas que titilan.
Exclamé: ¡Más!
La aurora
vino después. La aurora sonreía,
con la luz en la frente,
como la joven tímida
que abre la reja, y la sorprenden luego
ciertas curiosas mágicas pupilas.
Y dije: ¡Más!
Sonriendo
la celeste Hada amiga
prorrumpió: "Y bien! ¡las flores!"
Y las flores
estaban frescas, lindas,
empapadas de olor: la rosa virgen,
la blanca margarita,
la azucena gentil y las volúbiles
que cuelgan de la rama estremecida.
Y dije: ¡Más!...
El viento
arrastraba rumores, ecos, risas,

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