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La otra fue más sensitiva
y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía….
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé….
y lo mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe….
Juventud, divino tesoro,
te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer….
Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón
poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;