cipal, donde se hallaban Dora y Julia; tambien estaba alli Jip.
Miss Julia se hallaba copiando unos papeles de música, - una nueva romanza titulada : el Lulo de amor. ¡Dora dibujaba y pintaba flores! No sé lo que senti al ver que copiaba las mias, incluso el papel que envolvia el ramo.
Miss Julia mostró mucho gozo al verme, y sintió que su padre no se hallase cn casa, por mas que aquella contrariedad no nos pesó demasiado. Des- pues de cambiar algunas frases, miss Julia dejó la pluma, se levantó y salió. Empecé à pensar que entregaria mi declaracion al dia siguiente.
- Creo que vuestro pobre caballo, me dijo Dora, habri quedado cansado del otro dia; un viaje tan largo!
Mudé de opinion y se me figuró que me decla- raba aquel misıno dia.
- Efectivamente, el pobre llevó un buen trote!
- ¿Y vos?
- Yo, dije interrumpiéndola, tuve la increible felicidad de ir á vuestro lado.
- Felicidad que durante un instante no os pare- ció muy grata, añadió Dora bajando la cabeza... cuando estabais al lado de miss Kilt (la señorita de encarnado); pero tal vez quercis dirigirme un mero cumplimiento... sois libre, perfectamente libre, Mr. Copperfield... Jip, picaro, ven aqui en- seguida!
No sé cómo hice, pero fué cuestion de un mi- nuto. Intercepté á Jip, cogi á Dora la mano; fui elocuente, no rebusqué una sola de mis pala- bras. Le dije cuánto la adoraba; que moriria si no me correspondia, etc., etc.. Mientras tanto Jip la- draba á mas y mejor.
Cuando Dora inclinó la cabeza, temblorosa, con