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DE MADRID A ÑAPÓLES.

Benvenuto Cellini, una montura de terciopelo encarnado, que perteneció á Carlos V, y una armadura de colosales dimensiones, con la cual asistió á la batalla de Pavía un escudero del rey de Francia.—El tal escudero debia de ser un gigante.

Desde la Armería me vine al Hotel, donde me aguardaba triarte, que habia empleado la mañana en retratar á Jussuf; y, una vez reunidos, discutimos el programa del resto del dia, dándole voz y voto al nunca bien ponderado sectario de Mahoma. Del debate resultó que lo más urgente para nosotros era buscar una altura que dominara á todo Turin, á fin de contemplarlo á vista de pájaro y formar perfecta idea de su aspecto general, limites y circunstancias. No nos bastaba el plano: necesitábamos la perspectiva. -Convinimos, pues, en subir á las cuatro al convento de Capuchinos del Monte, que, como creo haberos dicho, está situado en lo alto de una colina, al otro lado del Po.

—Desde ahora hasta las cuatro, dije yo, podemos ver algunas iglesias, algun museo, algun...

—De ningún modo, replicó mi amigo. No involucremos las sensaciones. Lo primero de todo es ver la ciudad por fuera, comprenderla, sentirla, dominarla. Después la desmenuzaremos.—Ahora estamos todavía en el período de síntesis. Mañana entraremos en el de análisis.—Pido, pues, que vaguemos por las calles hasta la hora de subir á Cappuccini.

Aprobóse tan juiciosa observacion.

Entonces propuso Jussuf que fuésemos á la noche á un teatro que él conocía, en el cual se cantaba hacia muchas noches una cosa, que por las señas que nos dio el avisado marroquí, comprendimos debía ne serlaNorma.

Esta idea fue también aprobada por unanimidad y entre los mayores aplausos.-¡Ir á la ópera en Italia!... ¡En el país clásico de la música!...¿Qué cosa más natural, más propia, más indígena?

— ¡Veréis qué bien cantan! esclamó Jussuf.

— ¿Quién lo duda, si estamos en la fuente? respondimos nosotros con indecible alegría.

Y como durante la sesión hubiésemos almorzado, pusímonos en la del rey, más libres, sin cuidados y dichosos que los gorriones que tomaban el sol en los tejados.

Hacia un hermoso día de sol: habíamos almorzado como se almuerza en el Hotel Trombetta: aún nos quedaban cigarros españoles: teníamos buenas y recientes noticias de nuestras familias: carecíamos de equipaje en que pensar: el dinero que llevábamos encima nos parecía inagotable, aunque estaba muy lejos de serlo: veíamos á nuestra disposicion toda una hermosa capital en que nadie nos conocía: podíamos disponer de un idioma que los demás ignoraban (el español), y éramos capaces de entender á medio mundo, á favor de seis lenguas que hablábamos entre los tres; y.