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DE MADRID A NAPOLES

— ¡Ecco il Duomo!

El aviso llega tarde. — Yo he reconocido ya á la Catedral. — ¿Qué otra cosa puede ser esta montaña de mármol que se eleva en medio de la plaza?

Pocos edificios, acaso ninguno, producirá en el ánimo del que lo mira por primera vez, una admiración tan súbita, tan espontánea, tan decidida como la catedral de Milán. Aun para el hombre más rudo, más lego en artes, más indiferente y frío, verla y entusiasmarse serán una misma cosa. Y es que hay en este monumento (aparte de su mérito artístico, y quizás sobre él) no sé qué hermosura física, material, externa..., al alcance del gusto menos cultivado.

Semejante circunstancia , tratándose de obras de arte , no es una recomendación, sino , por el contrario , es casi siempre un síntoma funesto. — El vulgo se paga más de lo raro que de lo bello, de lo abigarrado que de lo puro, de lo difícil y laborioso que de lo noble y sencillo. La plebe, que se detiene extasiada delante del churrigueresco trasparente de la Catedral de Toledo, del enorme San Cristóbal pintado en sus muros, de la Fachada del Hospicio de Madrid, de los Santos de Novara y de otras aberraciones por el mismo estilo, pasarla indiferente por delante del Parthenon; ve sin asombro el Jacob de Rivera, y no encuentra bello, sino grotesco y ridículo , un bajo-relieve del siglo XII. — Sin embargo , hay creaciones privilegiadas, que son á un mismo tiempo sublimes y populares, y cuya hermosura afecta de igual manera al perito que al profano. — Tales son, por ejemplo, el Palacio Árabe de Granada, el San Antonio de Murillo, el grupo de Lacoonte, el Don Quijote de la Mancha , y el Barbero de Sevilla de Rossini.

Pues esto precisamente acontece con la Catedral de Milan. — Y vais á comprenderlo.

La Catedral de Milán es el mayor edificio de mármol blanco que hoy existe, y está construida en estilo gótico. — El gótico , que da un aire místico, ascético, solemne y pavoroso, á pesar de su ligereza, á la piedra amarilla ó parda, renegrida por el tiempo, es risueño, gozoso, angelical» triunfante, cuando labra el mármol blanco. — Por otra parte , el gótico (ya lo hemos indicado una vez) modificó sus líneas al pasar los Alpes; se dilató, por decirlo asi, al ardiente sol de Italia; reflejó algo de las artes paganas que le salieron aquí al encuentro; y ensanchó sus ojivas, aclaró sus naves, modeló más profanamente sus columnas, y albergó en sus capillas y contuvo en sus bóvedas el luminoso y perfumado ambiente del Mediodía. — Semejante trasformacion (que yo no celebro; pues despojó al estilo gótico de lo más esencial de su (Carácter) dio orífíen á una arquitectura de transición, decadente, desvirtuada, híbrida en ocasiones (las ventanas y las puertas de la fachada del Dííowío son greco-romanas); pero arquitectura reveladora, expresiva, acomodada al tiempo y al lugar en que se produjo, y no exenta de gracia, de sublimidad y de poesía.