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DE MADRID A NAPOLES.

Para venir desde el Hotel hasta aquí, he seguido el camino más largo.. deteniéndome en calles y plazas, penetrando en algunas Iglesias y procurando sentir y comprender los principales caractéres de Verona.

(Al mismo tiempo he rescatado mi pasaporte.)

Verona, á pesar de sus 50,000 habitantes, de su gran importancia militar y nobles recuerdos históricos, pasaria hoy á los ojos de un hombre práctico, por una capital pobre y fea.—Para mí, su pobreza y su fealdad constituyen todo su mérito.—Verona es una ciudad de la edad media, alumbrada por el sol del siglo XIX.—Parece, pues, un ilustre señor arruinado, pero no degradado, que soporta orzullosamente su mi— seria sin descender á oficios indignos de su elevada clase.

Las calles de Verona son por lo regular anchas y largas, y rara es aquella en que no se ve más de un antiguo palacio de melancólico aspec= to, cuya portada gótico-lombarda, ó del Renacimiento, ó bizantina, contrasta amargamente con los vidrios rotos de los baleones, con las apolilladas maderas de las puertas y con la humilde condicion de sus actuales inquilinos.

En la Plaza de los Señores he visto el antiguo Palacio de los Scala, convertido hoy en Casa Municipal, y el Palacio del Consejo, adornado con las Estátuas de los Veroneses célebres, entre los cuales se cuentan hombres tan insignes como Cornelio Nepote, Catulo y Plinio el Jóven.— ¡Bien podian los modernos haber añadido una escultura más, en honor del grande artista Pablo el Veronés!

La Piazza delle Erbe (Plaza de las yerbas) me ha llamado aún más la atencion, por el sello de antiguedad que conservan toos los edificios. Las fachadas de la mayor parte de las casas particulares están pintadas al fresco. En un lado se ve la Loggia de los mercaderes, ó sea la Alhóndiga, ó la Lonja, edificada en el siglo XHIL En otro se levanta el Palacio de los célebres Maffei, donde nació hace dos siglos el mas insigne indivi duo de esta familia, el marqués Francisco Scipion, capitan y literato muy famoso.

Hay todavía en Verona otra Plaza notable, la Piazza Bra, en la cual no he estado todavía, pero á la que he de ir forzosamentete; pues en ella se levanta el tan celebrado anfiteatro romano, conocido con el nombre de Arena.

Además de ese monumento, encierra esta ciudad otros muchos que acreditan el alto grado de importancia que alcanzó en los grandes tiempos de Roma.—Entre ellos merecen citarse la Porta Borsari, arco de triunfo que se encuentra en medio del Corso (calle principal, que sirve de paseo á la aristocrocia veronesa), y rArco de Leoni, que se cree erigido por Vespasiano.

En cuanto á las Iglesias de Verona, que pasan de cincuenta, y de las que, como os he dicho, he visitado algunas esta mañana, son dignas de toda la atencion del viajero por su venerable antigúedad. Ellas solas bastarian para resolver muchos problemas de la historia del arte y acla-