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DE MADRID A NAPOLES

la capital, todavía tuvimos que recorrer una legua de calles y plazas para ir de una parte á otra; y como el cochero nos llevó por todos los boulerards, que son la principal arteria de París, formamos en la masa de coches que van y vienen sin cesar por aquella importante via, y pasamos revista lo menos á doscientas mil almas que discurrían por sus anchas aceras.

Al atravesar la Plaza de la Baslilla, saludé con respeto la Columna de Julio, levantada en el mismo sitio que ocupó antes aquella odiosa prision de Estado.

El monumento destruido y el erigido en su lugar resúmen toda la historia de Francia, las abominaciones de todas las épocas los errores de todos los partidos. El Genio de la Libertad que corona la actual columna, con las alas doradas tendidas al viento, parece como que se dispone á abandonar la tierra. — Pero no filosofemos todavía.

Del Boulevard-Beauinarchais entramos en el del Temple, de aquel el de San Martin, de este en el de San Dionisio, luego en el de la Bonne Nouvelle, después en el de la Poissoniére, á continuacion en el de Montmartre, en seguida en el de los Italianos y por último en el de los Capuchinos.

Los Boulevards, son, como ya sabreis, la antigua ronda ó camino de circunvalacion de París. Todo lo construido al otro lado de ellos, y que es hoy la parte más importante y lujosa de la ciudad, conserva por aquella razon el nombre de arrabales (faubourgs). De aquí es que en los Boulevards se encuentran todavía, aisladas y convertidas en puro adorno, muchas de las antiguas Puertas de París, Arcos de triunfo casi todas ellas, que merecen conservarse por su forma monumental y por los recuerdos que despiertan en el transeunte.

La estensísima calle formada por la sucesion de los Boulevards ostenta á un lado y á otro una serie no interrumpida de tiendas, almacenes, teatros, hoteles, cafés, restaurants (fondas), y todo género de talleres, bazares y exposiciones. Y como el fuerte de los franceses es anunciar y exibirse, resulta que todos aquellos establecimientos públicos se hallan más en la calle que dentro de las casas, pudiendo decirse que los mismos surtidos sirven de muestras. Si: en las puertas, en los pilares que las separan, en los balcones, en todas partes veis hacinados los géneros, ó artísticamente colocados, llamandoos la atención por sí mismos y no por medio de rótulos y letreros. El platero tiene toda la plata en la calle, el sastre toda su ropa, el joyero todas sus alhajas, el fondista todos sus manjares, el librero todos sus libros.

De esto hay algo ya en Madrid y en otras capitales de España, pero no de una manera tan absoluta como en París. — En París todo es anuncio, desde el tejado basta el sótano: todo lo encontrais hecho y al alcance de la mano; y si os descuidais, os lo hallais en el bolsillo. Con dar un paseo por los Boulevards, vereis todo lo que ha inventado y descubierto el hombre, todo lo que puede necesitar; lo útil y lo supérfluo; lo