¡Y, sin embargo. los pobres tudescos iban á rendir un homenaje al genio nacional, tocando la obra maestra de Bellini!
Un momento despues la Plaza estaba casi desierta.
Las venecianas se «lirigian por tierra á sus palacios.
Los venecianos se habian refugiado en el café Florian ó seguian en la Piazzetta el paseo principiado en la Plaza.
En cuanto á los oficiales austriacos, se habian ido todos al café Quadri un momento antes le la consabida manifestacion, á fin de no presen— Ciarla. »
El Café Quadri se halla situado bajo los pórticos de le Procuratic Vecchie, en el lalo septentrional de la plaza, en frente del Café Florían.
Nota.—Los «anstriacos no van nunca al Café Florian; como no hay un solo veneciano que Imya puesto los pies en el Café Quadri.
Ya iremos nosotros á los «os cafés y veremos muy buenas cosas.
Continuemos ali ra nuestro relato.
Aquella misma primera campanada de las dos que habia dispersado á los venecianos, dejándonos solos á quince ó veinte extranjeros y á los desairados m sicos, fue una especie de conjuro que atrajo sobre nuestras Cabezas un tropel de más de mil palomas, las cuales, despues de asordar el aire, durante un momento, con el erugido de sus alas, bajaron á tierra y se reunieron en el ángulo Noroeste de la plaza, cubriendo materialmente un inmenso espacio de terrenos.
Aquellas palom.s, azules en su mayor parte, habian acudido simultáneamente de las torres y cúpulas de San Márcos, del Campanile, del Pa= lacio Ducal y de todos los tejados circunvecinos.
Una vez reunidas en apiñado grupo, abrióse sobre ellas un balcon (el balcon 14") del segundo piso de una de las casas en que está dividido el extenso Palacio de le Procuratie Vecchie, y apareció en úl un criado con una bandeja en la mano.
Las palomas se estremecieron de ¡úbilo.
La bandeja estaba llena de trigo.
El doméstico lo esparció á puñados sobre las impacientes aves; sacu= dió la bandeja, y desapareció, cerrando la ventana, con la mayor indife— rencia del mundo.
Hace bastantes siglos que esta singular escena se repite todos los dias á la misma hora y en el nismo lugar.
Hé aquí su explicacion:
En los primeros tiempos de la República de Venecia, acostambrábase el Domingo de Ramos á soltar, despues de la Procesion de las Palmas, un gran número de palomas; pero cargándolas de cierto peso, á fin de ue no levantasen un vuelo muy largo y pudiese el pueblo apoderarse de ellas.
A pesar de esta precaución, cada año escapaban á la codicia popular algunas docenas de aquellas aves presidiarias, las cuales, no pudiendo