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Página:De Madrid a Nápoles (1878).djvu/351

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DE MADRID A NAPOLES

de pensar en semejantes cosas. — Yo no pensaba más que en Alfonso I d'Este, el cuarto marido de Lucrecia Borgia, cuyo palacio iba á visitar en Ferrara, y en Alfonso II, el hermano de aquella Eleonora inmortalizada por el Tasso. — La poesía es el alma de la historia

Luego pasé el poderoso Adige, y después el Adigetto, desmembracion suya.

A orillas del Adigetto se levanta Rovigo, ciudad de 9,000 habitantes, en la cual sólo paramos el tiempo preciso para almorzar y mudar de caballos.

Al partir de Rovigo, sorprendióme mucho que el terreno, lejos de subir, como acontece siempre que se sale del lecho de un gran rio (y nosotros acabábamos de dejar atrás el opulento Adige), seguia bajando cada vez más.

El conductor, á quien comuniqué mi extrañeza, me explicó entonces que, tanto el Adige como el Po (al cual nos dirigíamos), corren en aquella comarca por unas orillas artificiales, y que los terrenos adyacentes están mucho más bajos que sus aguas. Los diques que encauzan aquellos rios han sido levantados para evitar las inundaciones, antes muy frecuentes, y para acelerar su curso, á fin de que arrastren más arena. Esta arena, depositándose siglos y siglos en las playas del Adriático, ha dado lugar á que las ciudades bañadas en otro tiempo por las olas , como Adria, que dio nombre á aquel mar , se encuentren ahora muchas millas tierra adentro. Y de aquí también que el Adige y el Po suban continuamente de nivel y estén hoy levantados sobre la llanura , á la manera de acueductos, amenazando á Ferrara (y á otras poblaciones que se asientan debajo de ellos) con un espantoso cataclismo.

Por lo demás, el territorio comprendido entre el Adige y el Po no puede ser más ameno. La carretera se prolonga sobre altas calzadas cubiertas de frondosos árboles. Los olivares y las viñas se recuestan por ambos lados sobre apacibles llanuras, é innumerables arroyos, procedentes sin duda de filtraciones de los grandes rios, brillan al sol como serpientes de plata, y se pierden á la derecha en los desiertos arenales.

Llegamos en fin al Po.

El Po es la frontera entre el Véneto y los Estados-Pontificios , ó sea entre el imperio de Austria y el nuevo reino de Italia.

Hace pocos meses, la margen derecha del Po (aquella tierra de que me separaba el anchuroso rio) pertenecía á la Santa Sede. — Allí empezaban las Legaciones.— Hoy son provincias de los Estados de Víctor Manuel.

En aquellos melancólicos parajes el Po es caudalosísimo, y corre lento y sosegado como un brazo de mar en calma. — Yo lo había visto niño alborozado y juguetón á las puertas de Turin. Luego lo hallé impetuoso y adulto cerca de Pavía. Entonces lo encontraba ya fatigado y próximo á la muerte; pero sereno y magestuoso!— Él, como yo, venia de recorrer toda la alta Italia, desde el Monte Viso al Adriático, ó sea una extensión de ciento cincuenta leguas. — ¡Cuántas ciudades, cuántas aldeas, cuántas