belta Columna, levantada en honor de Ariosto.-El daros esta noticia, me ha costado un paseo desde aquí á la columna y desde la columna hasta aquí, á fin de leer su inscripcion.
¡Qué hermosa mañana!-Ahora será todavía noche completa en mi país natal.-Si alguna persona cara á mi alma comtempla hoy allí la salida del sol, no sospechará seguramente que el astro benéfico me ha visto á mí dos horas antes que á ella, y que lo que ella toma por el primer rayo del dia es un destello cualquiera de los que yo veré lanzar al padre de la luz cuando ya se encuentre muy levantado en mi horizonte.
Mientras discurro de esta manera, la campana de un templo vecino ha empezado á tocar á misa.
¿Qué Santo es hoy? -Estamos á 19 de noviembre.... Santa Isabel.- Hoy, en España...
¡España! ¡Siempre España!-Hubo un tiempo, cuando yo la daba de filósofo y de esprit fort, que no creia en el amor de la patria; que lo juzgaba un sentimiento artificial, anticuado cuando menos, hijo de crueles preocupaciones. «Todos los hombres son hermanos (me decia): las fronteras son una iniquidad inventada por los conquistadores y por los déspotas; toda la Tierra es patria de toda la humanidad; las demarcaciones y delimitaciones que separan á unos Estados de otros, no son sino convenciones tiránicas que anulará la civilizacion.» - Y leí libros y periódicos que hablaban de igual manera...
¡Oh! los que asi pensais todavía, salid de vuestra patria; recorred una ciudad que no se diferencie en nada de las que vísteis en vuestro pais; prestad oido atento á la campana católica, que toca lo mismo que en el pueblo que os vió nacer, y experimentareis una honda pena, un frio de soledad, una etrxañeza melancólica que no sentísteis nunca en vuestra nacion, aunque os halláseis en ciudades desconocidas y muy apartadas del lugar de vuestra cuna...
Y es que os parece que la campana extranjera habla otro idioma; es que el aire carece de diafanidad y se interpone como un muro entre vos y el horizonte; es que el cielo se os aparta y os niega abrigo, como diciéndoos:- No te conozco... Es que la patria existe; es que cada hombre tiene una patria, como tiene una madre; es que esa patria y esa madre no se pueden reemplazar con otras. Los amores y las aficiones pueden cambiar de término ó de objetivo: el respeto, la gratitud y el temor con que el hijo ama á su padre pueden sentirse alguna vez en cierto grado por un bondadoso protector, por un sabio maestro, por un confesor, por un héroe, por la yirtud, por el arte, por Dios...; pero el amor á esas dos madres que nos llevaron en su seno, que nos nutrieron con su sangre, que nos calentaron contra su corazon, que nos echan de menos en sus entrañas; el amor á esas madres, de las que una nos reclama antes que nacemos y la otra despues que morimos; sentada aquella al borde de nuestra cuna, sentada ésta al borde de nuestra tumba; ese amor, digo, es alma de nuestra alma, vida de nuestra vida, ser de nuestro ser, como el