Después de comer voy al Teatro Nuovo, que es de primer orden, edificado durante el gobierno de la viuda de Napoleón.
París no tiene teatros tan bellos y cómodos como los de estas pequeñas Cortes de la antigua no-Italia.
En el que visito ahora se representa un drama muy patriótico , titulado: I CARBONARI owero SILVIO PELLICO, cuya obra es una segunda edición ó plagio del Daniele Manin que vi en Milan.
La sala está muy concurrida y bien alumbrada. — Por lo demás, el mismo entusiasmo, las mismas declamaciones que anoche en Módena.
Decididamente, estos pobres italianos no saben lo que les pasa! — ¡Quiera Dios que tanto patriotismo no se evapore en gritos y en aplausos ! — Yo preferirla encontrarlos serios y tranquilos como vi á los piamonteses. — El porvenir de la nueva Italia depende ahora de la virtud, de la cordura , de la abnegación , de la concordia , de la laboriosidad de sus hijos: no de ociosas manifestaciones de entusiasmo y alegría; no de vítores y canciones; no de estériles alardes de liberalismo.
Conque vámonos al albergo; que mañana hemos de madrugar, á fin de coger el tren-correo que sale á las siete para Génova...; es decir, para otra antigua Nación de las que componen la resucitada Italia.